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CARACTERÍSTICAS DE ESTILO DE QUIROGA

APROXIMACIÓN A LA OBRA DE HORACIO QUIROGA (1878-1936)
Influido por Edgar Allan Poe, Rudyard Kipling y Guy de Maupassant, Horacio Quiroga destiló una notoria precisión de estilo, que le permitió narrar magistralmente la violencia y el horror que se esconden detrás de la aparente apacibilidad de la naturaleza. Muchos de sus relatos tienen por escenario la selva de Misiones, en el norte argentino, lugar donde Quiroga residió largos años y del que extrajo situaciones y personajes para sus narraciones.
Sus personajes suelen ser víctimas propiciatorias de la hostilidad y la desmesura de un mundo bárbaro e irracional, que se manifiesta en inundaciones, lluvias torrenciales y la presencia de animales feroces. Claramente influido por Rubén Darío y los modernistas, poco a poco el modernismo del oriental comienza a volverse decadente, describiendo a la naturaleza con minuciosa precisión pero dejando en claro que la relación de ella con el hombre siempre representa un conflicto. Extravíos, lesiones, miseria, fracasos, hambre, muerte, ataques de animales, todo en Quiroga plantea el enfrentamiento entre naturaleza y hombre tal como lo hacían los griegos entre Hombre y Destino. La naturaleza hostil, por supuesto, casi siempre vence en su narrativa.
La morbosa obsesión de Quiroga por el tormento y la muerte es aceptada mucho más fácilmente por los personajes que por el lector: la técnica narrativa del autor presenta personajes que saben que no deben cometer errores porque la selva no perdona. La naturaleza es ciega pero justa; los ataques sobre el campesino o el pescador (un enjambre de abejas enfurecidas, un yacaré, un parásito hematófago, una serpiente, la crecida, lo que fuese) son simplemente lances de un juego espantoso en el que el hombre intenta arrancar a la naturaleza unos bienes o recursos (como intentó Quiroga en la vida real) que ella se niega en redondo a soltar; una lucha desigual que suele terminar con la derrota humana, la demencia, las muertes o, simplemente, con la desilusión.
La escritura en la narrativa de Horacio Quiroga viene regida por un doble principio de economía y de eficacia. La economía funciona ya en el plano anecdótico en la simplicidad del argumento: no hay historias complejas, no hay anécdotas inútiles, o episodios gratuitos. Los personajes son generalmente de rasgos firmes, sobriamente caracterizados, muchas veces aparecen esquemáticos, construidos en función de la historia a la que pertenecen y del simbolismo que les incumbe.
Las descripciones son breves, reducidas a los rasgos funcionales: la caracterización se hace esencialmente a través de la acción. El espacio es a menudo el elemento más desarrollado pero, sin embargo, las descripciones no son ornamentales: contribuyen a la definición del ambiente, completan o acentúan el simbolismo de una situación o de un personaje, anuncian o prefiguran un acontecimiento dramático.
También el sistema de los personajes es tajantemente reducido: un solo personaje presente y dos personajes -o grupos- aludidos. Quiroga sintetizó las técnicas de su oficio en el Decálogo del perfecto cuentista, estableciendo pautas relativas a la estructura, la tensión narrativa, la consumación de la historia y el impacto del final. Incursionó asimismo en el relato fantástico. Sus publicaciones póstumas incluyen Cartas inéditas de H. Quiroga (1959, dos tomos) y Obras inéditas y desconocidas (ocho volúmenes, 1967-1969).

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