jueves

la lectura académica

CAUSALIDAD Y TEMPORALIDAD, Tomashevski, B., Temática, en Teoría de los formalistas rusos, Buenos Aires, 1970-

Hay dos tipos principales de disposición de los elementos temáticos: o bien se inscriben en una cierta cronología, respetando así el principio de causalidad; o bien se representan fuera del orden temporal, es decir, en una sucesión que no toma en cuenta ninguna causalidad interna. En el primer caso se trata de obras con argumento (cuento, novela, poema épico); en el segundo, de obras sin argumento, descriptivas (poesía descriptiva y didáctica, lírica, relatos de viaje) (…)
Debe destacarse que la trama no sólo exige un índice temporal sino también un índice de causalidad. Un viaje puede relatarse como una sucesión cronológica; pero si todo se reduce a informar sobre las impresiones del viajero, sin que figuren sus aventuras personales, se trata solamente de una narración sin argumento. Cuanto más fuerte es el nexo causal, tanto mayor importancia cobra el nexo temporal. El debilitamiento de la intriga trasforma la novela con argumento en una crónica, esto es, en la descripción en el tiempo de un acontecer.(…)
Detengámonos en la noción de trama. Llamamos trama al conjunto de acontecimientos vinculados entre sí que nos son comunicados a lo largo de la obra. La trama podría exponerse de una manera pragmática, siguiendo el orden natural, o sea el cronológico y causal de los acontecimientos, independientemente del modo en el que han sido introducidos y dispuestos en la obra.
La trama se opone al argumento, el cual, aunque esté constituido por los mismos acontecimientos respeta en cambio su orden de aparición en la obra y las secuencia de informaciones que nos lo representan.


EL TEXTO ABIERTO. ECO, Umberto, Lector in fabula, Numen.

En el libro de Umberto Eco, Lector in fabula, hay un estudio muy preciso del lector presente en el texto y de las estrategias textuales que lo incluyen. Refiriéndose a textos cerrados y textos abiertos dice Eco:
“Nada más abierto que un texto cerrado. Pero esta apertura es una efecto provocado por una iniciativa externa, por un modo de usar el texto, de negarse a aceptar que sea él quien nos use. No se trata tanto de una cooperación con el texto como de una violencia que se le inflige. Podemos violentar un texto (podemos incluso comer un libro, como el apóstol en Patmos) y hasta gozar sutilmente con ello. Pero lo que aquí nos interesa en la cooperación textual como una actividad promovida por el texto; por consiguiente, esta modalidades no nos interesan. Aclaremos que no nos interesan desde esta perspectiva: la frase de Valéry “il n’y a pas de vrai sens d’un texte” (no hay sentido verdadero en un texto) admite dos lecturas: que de un texto puede hacerse el uso que se quiera –ésta es la lectura que aquí no nos interesa-; y que de un texto pueden darse infinitas interpretaciones; ésta es la lectura que consideramos ahora.
Estamos ante un texto abierto cuando el autor sabe sacar todo el partido posible de la figura 1 (esquema que señala el conjunto de operaciones que se ponen en movimiento para decodificar un mensaje). La lee como modelo que una situación pragmática ineliminable. La asume como hipótesis reguladora de su estrategia. Decide (aquí es precisamente donde la tipología de los textos corre el riesgo de convertirse en un continuo de matices) hasta qué punto debe vigilar la cooperación del lector, así como dónde debe suscitarla, dónde hay que dirigirla y dónde hay que dejar que se convierta en una aventura interpretativa libre. Dirá “una flor” y, en la medida en que se sepa (y lo desee) que de esa palabra se desprende el perfume de todas las flores ausentes, sabrá, por cierto, que de ella no se desprende el aroma de un licor muy añejo: ampliará y restringirá el juego de la semiosis ilimitada, según le apetezca.
Una sola cosa tratara de obtener con hábil estrategia: que, por muchas que sean las interpretaciones posibles, unas repercutan sobre las otras de modo tal que no se excluyen, sino que, en cambio, se refuercen recíprocamente.”


TIPOS DE INTRIGA

El critico norteamericano Norman Friedman, en Formas de la intriga, 1955 estableció una detallada clasificación de las variables posibles en el nivel de la intriga, de las que citamos las más frecuentes:
· Intriga de acción: responde a la pregunta ¿qué ocurrirá?, se organiza en torno al planteamiento de un misterio y a su resolución: atrapar a un asesino, resolver un crimen, buscar un objeto, realizar un viaje peligroso, cumplir con un objetivo difícil, etc. Ejemplo de este tipo de intriga serían La isla del tesoro de Stevenson, Veinte mil leguas de viaje submarino de Verne, y en general, la novela policial y la de aventuras.
· Intriga melodramática: frecuente en la novela realista del siglo XIX, la historia gira en torno de las desdichas de uno de los personajes, por ejemplo Theresa de Ubervilles de Thomas Hardy.
· Intriga sentimental: a diferencia de la intriga melodramática, el protagonista logra realizar sus aspiraciones afectivas después de atravesar momentos de incertidumbre y duda; es el caso de Persuasión de Jane Austin
· Intriga de maduración: el protagonista mejora su situación inicial, los acontecimientos le permiten adquirir una mayor experiencia y conocimiento del mundo, por ejemplo, Retrato de un artista adolescente de James Joyce.